Neus Bernabeu
Representante de UNFPA El Salvador
Todas las niñas y adolescentes salvadoreñas deberían poder educarse, jugar, soñar y contar con el tiempo y el apoyo de sus familias y comunidades para crecer sin preocuparse por ser madres a temprana edad. Esta tercera edición del Mapa de Embarazos nos muestra que lamentablemente muchas de ellas siguen abandonando la escuela, siguen sin tener acceso a la información y servicios de salud sexual y reproductiva que necesitan y siguen sufriendo de manera cotidiana violencia sexual en su entorno. Estos y otros factores están detrás de las elevadas tasas de embarazo adolescente que aún persisten en el país.
Es preciso reconocer que el impulso de la Estrategia Nacional Intersectorial para la Prevención de Embarazos en Niñas y Adolescentes (ENIPENA) ha sido un motor importante para coordinar esfuerzos multisectoriales en torno a esta problemática. La Política "Crecer Juntos" muestra el compromiso creciente para garantizar los derechos de la niñez y la adolescencia. Diversas organizaciones de sociedad civil, agencias de Naciones Unidas y cooperantes están también desarrollando acciones en ese sentido. Estos múltiples esfuerzos explican en parte la tendencia a la baja en el número de embarazos en la adolescencia a nivel nacional.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas, a través de la generación continua de evidencias sobre este tema, ha contribuido en colaboración a visibilizar esta problemática, a mostrar las causas pero también los impactos que tiene en la integridad, autonomía y dignidad de las adolescentes, pero también en sus familias, las comunidades y la sociedad en general, y también a testar estrategias de intervención eficientes. Estas evidencias han permitido orientar las acciones de políticas públicas y programas y aunar esfuerzos a nivel de país. Sin embargo, como nos plantea el título de esta tercera edición del mapa no podemos descansar hasta llegar a cero. Y nos queda un largo camino por recorrer. En el año 2020, se inscribieron 12,982 niñas y adolescentes en control prenatal en los establecimientos del Ministerio de Salud, de las cuales, 503 tenían menos de 14 años de edad. Para alcanzar esa meta de llegar a cero, debemos preguntarnos en tres sentidos: ¿cuáles son esos territorios y municipios donde persisten las tasas de embarazo en adolescencia?; ¿qué está ocurriendo en esos municipios donde el descenso es muy leve o inexistente?,¿qué tendríamos que reforzar de las estrategias en marcha, y qué deberíamos hacer que no estamos haciendo, para acelerar estos progresos?
Sobre la base de estas preguntas y de los aprendizajes de estos años es que el UNFPA está impulsando con nuestros socios un modelo de intervención municipal para la prevención y la atención del embarazo en adolescentes que tiene cuatro pilares fundamentales:
1. poner a las niñas, sus derechos y autonomía en el centro de nuestra acción;
2. fortalecer las capacidades institucionales para brindar educación integral para la sexualidad y los servicios integrales de salud sexual y reproductiva que las adolescentes precisan;
3. trabajar con las familias, las comunidades, los hombres y la población en general las normas y costumbres sociales que reafirman la discriminación y la violencia basada en género, especialmente la violencia sexual, hacia las niñas, las adolescentes y las mujeres; y
4. generar el marco legal, político y presupuestario necesario para poder responder esta problemática de manera integral y apropiada.
Prevenir y atender los embarazos en adolescentes, las uniones tempranas y la violencia sexual, es una labor titánica y compleja. Tiene que tocar y transformar el machismo y adultocentrismo de la sociedad salvadoreña y convertirla en una sociedad que vela y protege a las niñas y adolescentes y les ofrece oportunidades para vivir de manera libre, autónoma y segura. Un objetivo de tal envergadura requiere de la colaboración y responsabilidad de todos los actores: gobierno, sociedad civil, familias, educadores, academia, iglesias, medios de comunicación, agencias de desarrollo y cooperantes, entre otros.
Además de ser un instrumento útil para medir la evolución de este fenómeno en los municipios, el Mapa de Embarazos 2020 es un claro ejemplo de este esfuerzo colectivo que se precisa, pues ha sido construido en estrecha colaboración con el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, el Ministerio de Salud y el Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia, con la colaboración del Gobierno de Canadá, a quien agradecemos por su constante apoyo.
Tenemos la evidencia y sabemos lo que hay que hacer. Queremos invitarlos a sumarse a esta alianza para llegar a esta meta de cero embarazos en niñas y adolescentes en El Salvador. Necesitamos la colaboración y compromiso de todas y todos ustedes. No podemos detenernos. Porque cada niña y adolescente importa.