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Es marzo de 2024 y nos inspira la inclusión. Queremos que todas las mujeres, en su gran diversidad, sean incluidas en todos los espacios y puedan ejercer todos sus derechos.  

Desde muy joven, Maritza Amaya ha pertenecido a movimientos juveniles que trabajan por la protección y promoción de los derechos de las mujeres de la comunidad La Sabana, ubicada en San Carlos Lempa, San Vicente Sur. Maritza encontró una pasión en la organización y defensa de las personas de la comunidad a través de iglesia local, sin embargo, a medida pasó el tiempo se fue involucrando más en la organización comunitaria desde otros ámbitos.

 

Poco a poco Maritza fue ganando experiencia en la vida organizacional, convirtiéndose en una líder comunitaria y referente local. Desde 1995 trabaja de la mano con la Asociación de Mujeres Rurales Olga Estela Moreno (ASMUR), de la que actualmente es la Presidenta. 

 

“Históricamente, las mujeres hemos estado relegadas, asignadas a roles únicamente del cuidado del hogar y de la familia. Nosotras, desde ASMUR, buscamos que las mujeres de la comunidad sean conscientes que tenemos derechos, que somos iguales”, explica Maritza. Para ella, una de sus inspiraciones para su trabajo con las mujeres es Benicia Velázquez, “una mujer trabajadora, luchadora de derechos y guerrera por el bienestar de la comunidad La Sabana", afirma.

 

Ana Portillo reside en la comunidad Las Anonas, del distrito de San Carlos Lempa, en el departamento de San Vicente. Es madre de dos niños y una niña con discapacidad intelectual. 

Para Ana tener una hija con discapacidad en un entorno rural ha implicado un reto, sobre todo porque su hija sufrió acoso de parte de sus compañeros en la escuela y algunos residentes de la comunidad. Su labor como madre se fundamenta en el empoderamiento de su hija, la reivindicación de sus derechos, el fortalecimiento de su confianza y seguridad. 

“A pesar de sus discapacidades, todos los hijos son valiosos. Como madres debemos amarlos, cuidarlos y enseñarles a reivindicar sus derechos”, afirma Ana.

 

Para Carolina la pérdida de visión ha sido progresiva. Fue despedida del trabajo que tenía en ese momento, cuando finalmente la ceguera fue más del noventa por ciento. Sumado a ello atravesaba la ruptura de su matrimonial y la noticia que uso de sus hijos también quedaría parcialmente ciego por un problema congénito.
 

Carolina no se dio por vencido. Ahora a sus 39 años está a punto de terminar su licenciatura de Jurisprudencia, desarrolla consultorías y servicios legales junto a compañeras de estudio, en especial para apoyar a mujeres y personas con discapacidad. Carolina es ahora la directora de La Asociación de Mujeres Ciegas de El Salvador.

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